domingo, 2 de mayo de 2021

Heridas voces

 Nos enfrentamos en la actualidad con el saldo gestado en los muchos años de siembra y silencio, hemos adoptado usos, formas y costumbres que han desdibujado el papel y valor fundamental de la familia y sus reales a portes al balance social.

Hemos seguido corrientes de pensamiento que nos han fragmentado ideológica, social y moralmente afectando al núcleo vital que es la familia; y todo ha comenzado en el hecho (Válido) de las reivindicaciones mal orientadas, tomadas sin comprender lo que realmente importa, esto en la dinámica que da el rumbo y la dirección de consolidar el poder. Una vez vulnerado el núcleo funcional de la familia tenemos el caldo de cultivo para la penetración de anti valores que refuercen modelos destructivos que se manifiestan por lo general en el ataque a los más vulnerables en la ecuación; es aquí donde caemos en los patrones de conducta que acentúan más la degeneración del ser siendo además validados y difundidos por todas las formas comunicativas que existen. Dejando estos elementos claros vamos al siguiente punto, ¿es este un asunto político o de interés social?, si bien quienes guían los hilos del poder siempre tendrán presente todos los elementos, no siempre se actuará basándose en los mismos criterios, dado que, gran parte de las "evidencias" de exposición de algunos casos de abuso fueron y son públicas desde hace algunos años. A la luz de la terrible experiencia de las víctimas que se ha hecho pública por los mismos involucrados, adelantamos ¿Es oportuno sacar algún saldo político de todo esto?; tratar de denunciar al modelo social con el que se identifican los perpetradores de los recientes y condenables hechos de conocimiento público en nuestra nación es un error. Tomar parte en la narrativa actual y señalar las militancias partidistas, las conexiones con algún proyecto social o político de los vinculados a los hechos NO solucionará, aportará, consolidará ni visibilizará el problema real de una sociedad enferma y fracturada, que viene normalizando (y no recientemente) conductas, patrones, estilos y formas desde lo discursivo hasta la praxis de ese plan de anti valores. Nos queda no solo una deuda moral, sino además una necesaria revisión y reflexión del proceder de nuestras instituciones, de nuestros medios de difusión de la información y de las políticas generadas en atención a cada sub sector social, sin pensar en el todo de la familia como núcleo fundamental y eje central necesario a fortalecer.

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