Como referencia de nuestra historia contemporánea existen
dos visiones, ellas se encuentran, se
contraponen, se diluyen o se refuerzan; dos discursos, dos puntos de mediación y
visibilización del mismo tema, el mismo
origen con dos miradas y sentires diferentes.
Malcolm
X Con su discurso
combativo, irreverente y encendido, en su controvertido andar, con su manera de
hacer evidente lo que todos querían ignorar.
Martin
Luther King En su
lucha desde lo ético, desde las bases mismas que nos sostienen como sociedad,
liderando con el ejemplo, creyendo siempre en la paz posible y mostrándolo desde
lo discursivo, siempre en el plano de las ideas, sin negociar los principios,
con una dirección clara para hacer desaparecer el yugo opresor, que hasta ese
entonces dividía el contexto social y determinaba quienes tenían derechos y quiénes
no.
Ambos en la denuncia de la injusticia, desde la aglutinación
de sus fuerzas sociales-políticas-espirituales que vieron finalmente en ellos
los líderes que necesitaban los Afroamericanos de la época.
Tratar de entender sus discursos, paralelos pero no
juntos, sin entender su contexto es pretender mirar solo lo evidente, más allá
de lo aparente, ambos fueron el
resultado de una África cansada de ser
ignorada, minimizada y vejada, despertaba y no volvería a dormir nunca más.
Los recientes acontecimientos que evidencian los excesos
de las fuerzas policiales en EEUU contra ciudadanos por su condición étnica, no
hacen sino recordarnos que ambos discursos están vigentes y emergiendo con
mayor fuerza hoy en día, cambian las circunstancias, los escenarios, los
personajes, pero el veneno es el mismo, el racismo es el mismo, ayer hoy y
siempre.
Para callarnos y deslegitimarnos históricamente nos
vendieron la mentira del mestizaje, donde todos somos un poco de todos, y por
tanto no hay razón para pensar que un
acto racista es racista en si porque “todos somos iguales”, mentira tan bien elaborada que consumimos por
años y un día comenzamos a defender como cierta; afortunadamente, como toda
mentira terminó por caer.
Con la llegada de la revolución Bolivariana se hizo
notorio no solo en el discurso, que existimos y somos diferentes, además se
dieron importantes pasos para la reivindicación y se comenzó el reconocimiento
de lo que somos; sin embargo, volver al discurso del mestizaje es negar
nuestras diferencias históricas y todo lo que ellas constituyen, es continuar
en el engaño que nos dice todavía hoy día a día desde cualquier plataforma
comunicacional existente que el racismo no existe, enfocando el debate solo en
lo semántico y gramático.
Y aunque, el debate pasa en su origen por todo lo que
constituye la realidad afrodescendiente desde lo gramático y discursivo,
pasando por lo simbólico, el tiempo nos lleva a concluir que la real conquista
es la aceptación de estar en una sociedad estructuralmente racista, y que eso
ha afectado nuestro enfoque, en lo histórico, en lo social, en lo cultural, y
en el diario vivir de nuestras comunidades donde todavía en este tiempo
permanecen la exclusión y las desigualdades.
Volvemos entonces nuevamente a los dos ejemplos de
liderazgo citados al inicio, para entender que no se trata de establecer una
igualdad que anule la identidad de quienes ya sabemos quiénes somos, sino que reclamamos hoy igual que ayer una igualdad
de condiciones que respete nuestra diversidad dentro de nuestra realidad
social.
El lamentable evento ocurrido en EEUU, le recordó al
mundo entero que la desigualdad, el estigma, la propaganda de pobreza que usa
nuestros rostros, y el endorracismo siguen vivos y nos siguen señalando,
azotando y persiguiendo ahora como antes, aquí como allá.
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