viernes, 19 de junio de 2020

África Despierta


Como referencia de nuestra historia contemporánea existen dos visiones, ellas  se encuentran, se contraponen, se diluyen o se refuerzan; dos discursos, dos puntos de mediación y visibilización del mismo tema, el mismo origen con dos miradas y sentires diferentes.

Malcolm X  Con su discurso combativo, irreverente y encendido, en su controvertido andar, con su manera de hacer evidente lo que todos querían ignorar.

Martin Luther King  En su lucha desde lo ético, desde las bases mismas que nos sostienen como sociedad, liderando con el ejemplo, creyendo siempre en la paz posible y mostrándolo desde lo discursivo, siempre en el plano de las ideas, sin negociar los principios, con una dirección clara para hacer desaparecer el yugo opresor, que hasta ese entonces dividía el contexto social y determinaba quienes tenían derechos y quiénes no.

Ambos en la denuncia de la injusticia, desde la aglutinación de sus fuerzas sociales-políticas-espirituales que vieron finalmente en ellos los líderes que necesitaban los Afroamericanos de la época.

Tratar de entender sus discursos, paralelos pero no juntos, sin entender su contexto es pretender mirar solo lo evidente, más allá de lo aparente,  ambos fueron el resultado de una  África cansada de ser ignorada, minimizada y vejada, despertaba y no volvería a dormir nunca más.

Los recientes acontecimientos que evidencian los excesos de las fuerzas policiales en EEUU contra ciudadanos por su condición étnica, no hacen sino recordarnos que ambos discursos están vigentes y emergiendo con mayor fuerza hoy en día, cambian las circunstancias, los escenarios, los personajes, pero el veneno es el mismo, el racismo es el mismo, ayer hoy y siempre.

Para callarnos y deslegitimarnos históricamente nos vendieron la mentira del mestizaje, donde todos somos un poco de todos, y por tanto  no hay razón para pensar que un acto racista es racista en si porque “todos somos iguales”,  mentira tan bien elaborada que consumimos por años y un día comenzamos a defender como cierta; afortunadamente, como toda mentira terminó por caer.

Con la llegada de la revolución Bolivariana se hizo notorio no solo en el discurso, que existimos y somos diferentes, además se dieron importantes pasos para la reivindicación y se comenzó el reconocimiento de lo que somos; sin embargo, volver al discurso del mestizaje es negar nuestras diferencias históricas y todo lo que ellas constituyen, es continuar en el engaño que nos dice todavía hoy día a día desde cualquier plataforma comunicacional existente que el racismo no existe, enfocando el debate solo en lo semántico y gramático.

Y aunque, el debate pasa en su origen por todo lo que constituye la realidad afrodescendiente desde lo gramático y discursivo, pasando por lo simbólico, el tiempo nos lleva a concluir que la real conquista es la aceptación de estar en una sociedad estructuralmente racista, y que eso ha afectado nuestro enfoque, en lo histórico, en lo social, en lo cultural, y en el diario vivir de nuestras comunidades donde todavía en este tiempo permanecen la exclusión y las desigualdades.

Volvemos entonces nuevamente a los dos ejemplos de liderazgo citados al inicio, para entender que no se trata de establecer una igualdad que anule la identidad de quienes ya sabemos quiénes somos, sino  que reclamamos hoy igual que ayer una igualdad de condiciones que respete nuestra diversidad dentro de nuestra realidad social.

El lamentable evento ocurrido en EEUU, le recordó al mundo entero que la desigualdad, el estigma, la propaganda de pobreza que usa nuestros rostros, y el endorracismo siguen vivos y nos siguen señalando, azotando y persiguiendo ahora como antes, aquí como allá.

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