Todo comenzó cuando tuve que llevarme a Simón Camilo para una actividad del trabajo, la actividad era un sábado, día de su clase de música, pero cuando comenté que la actividad era para sembrar se emocionó y se fue conmigo.
Llegamos y enseguida pregunto, donde voy a sembrar mamá, le aclare que teníamos que escuchar las instrucciones primero, entonces se puso a escuchar, estaban hablado de semillas artesanales, de repelentes naturales para las plantas y de preparación de canteros, a los minutos volvió a preguntar, mamá y yo donde voy a sembrar, pensé que su entusiasmo era porque vive en un apartamento y esta es una situación nueva para él.
Ese día recibimos la formación pero no sembramos, de regreso a la casa me pregunto de cada detalle de la actividad a pesar de no haber tomado nota, me pregunto donde podíamos conseguir semillas y las hierbas para los repelentes naturales.
Después me dijo, ¿entonces yo nunca voy a sembrar Mamá? Yo no tengo patio, le explique que podíamos sembrar en el balcón, pensando que lo olvidaría.
Mi sorpresa fue que no lo olvido, y además me empujo, como es normal en los hijos, a cumplir con lo que predicaba, así que empecé a secar mis semillas artesanales y próximamente me incorporaré junto a Simón en las estadísticas del programa todas las manos a la siembra.
Gracias a Simón comprendí lo importante que es no solamente decir, predicar y tener un buen discurso, lo más importante es sin duda predicar con el ejemplo, entendí además que mis limitaciones estaban en la mente, solo por qué sea un poco más difícil no quiere decir que no lo intentaremos.
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