Sonrientes, andantes, caminantes, vibrantes, incansables, ¡valientes!
Los que se niegan a entregar la lucha, esos a quienes les
toca responderse a sí mismos porque no hay quien les dé la cara; los que desafían
al mal tiempo con una sonrisa verdadera, compartiendo el ultimo café que les
queda, sembrando la esperanza en donde van, caminando rapidito huyéndole al
aguacero.
Los que renacen contra todo pronóstico, los que se la juegan
y salen día a día a quemar las suelas de los zapatos que les quedan, los que comparten
lo que no tienen con quienes no tienen
nada; los que esperan en fe tiempos mejores; los mismos que resisten los
latigazos del sol en el lomo cuando toca ir de un lugar a otro y no hay más
como llegar.
Bendecidos, anhelantes, fortalecidos; los que miran de lejos
las peleas ajenas y se dedican a pensar en cómo ayudar al que teme, esos que
ven en el problema mismo la solución escondida; quienes se reconocen unos a
otros por la alegría genuina que les sale de los ojos al mirar, esos que son de
nadie, de todos, de ninguno, que no son ni suyos mismos, que son del amor
verdadero, de la risa bonita, del canto de la mañana y del cielo clarito de la
noche sin nubes.
De ellos, con ellos, en el mismo sendero que ellos quiero
siempre estar, con la valentía que no se quiebra, con el corazón palpitante,
con el poder en la palabra, con el verbo punzante, con las manos vencedoras de
toda lucha, con sus pasos dirigidos altamente, con el amor florecido en cada
sonrisa que entregan, con la verdad como escudo, con el ser siempre dispuesto.
A ellos que son de todos y no son de nadie, que se levantan más
temprano que cualquiera a hacer lo que nadie más hace, lo que nadie más ve, a
ellos mi hombro seguro para cargar cualquier peso, mi boca dispuesta a reír de
cualquier cosa, mi corazón dispuesto a todo lo que necesario sea, peleamos
juntos para vencer juntos; y si alguno cae todos caemos también, pero solo
un poquito, para levantarnos juntos.
Con ellos, me veo, me encuentro, me entiendo; y aunque de
hablar no somos iguales si somos todos de un mismo sentir, diversos, extensos,
dolidos, vividos, amables; mirando la página dos veces, leyéndola con
diferentes significados más de tres veces.
Los que no tienen nada y a la vez lo tienen todo, los que
saben dónde están sus tesoros, los que se niegan ante el desánimo, no escuchan
de rencores y combaten la ira, la pereza y el dolor con profundo amor.
Nosotros, los valientes, todos los que caben en todas las
letras del alfabeto, los pobres, los ricos, los libres, de todos y por todos
los que soñamos y trabajamos por un
mejor mañana, nosotros los verdaderos valientes.
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