“Bienaventurados los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de
Dios”
Mateo 5:9
En El salvador producto de una guerra civil en los ochenta,
dentro del contexto de la guerra fría, nació la organización delictiva más
grande conocida por centro América, La Mara Salvatrucha; gestada en las calles
de Los Ángeles (EEUU) para “defender” a
los inmigrantes Salvadoreños de los maltratos y discriminaciones de otros
inmigrantes; Mexicanos, Argentinos, Afroamericanos y los propios Estadounidenses;
Es así como se unieron Salvadoreños,
Hondureños y Guatemaltecos para la conformación de la pandilla.
Al ser capturados y
deportados llega la presencia de la
pandilla a los países de origen de cada integrante, diseminándose y captando más
niños y jóvenes entre 12 y 21 años para los fines delictivos de la misma,
llegando a convertirse en un fenómeno que se estaba tragando lo poco que
quedaba de juventud en los países ya mencionados, y de pronto, un cambio, según
lo conocido de la Mara solo podías salir muerto; Pero el testimonio del ex pandillero William Arias (ahora Pastor) en
Cristo encontró la salida a su vida de violencia, así mismo comenzó su trabajo
por el rescate de las almas de sus ex compañeros de pandilla, y es que, en el código
de esta sangrienta pandilla quien se iba a una nueva vida era posible solo si
era en Cristo, de esta forma el evangelio detuvo el crecimiento y arrase
inminente de una sociedad en decadencia, golpeada por la guerra y la maldad del
hombre.
Algunos estudios señalan que 1200 pandilleros en las
cárceles de El Salvador, un 58 por ciento dijo que la Iglesia era “la
organización más adecuada para dirigir programas de rehabilitación”.
Certificando esto el testimonio fiel de la palabra de Dios que insta a buscar
al perdido, a levantar al caído y liberar al cautivo en el nombre de Jesús.
Menciono este ejemplo, aunque nuestra sociedad no está bajo
estas condiciones, porque es importante, sobre todo para los no creyentes tener
evidencias “reales” de lo que la fe puede lograr, dicho esto, me permitiré
citar un ejemplo más, uno que en particular me gusta mucho citar siempre,
Mandela.
Me es difícil intentar pensar que luego de estar bajo prisión
por un crimen inexistente, por defender los derechos civiles de sus iguales,
alguien pudiera estar pensando en la paz, en el perdón y en el amor de Cristo;
en una de sus biografías Mandela señala como fue ganando el respeto de sus
carceleros mientras les predicaba el evangelio, imagine, estar en un lugar
donde sabe que no debe estar, pagando por algo que no es un delito y vencer la
maldad con la palabra de Dios como herramienta, es para mí
simplemente admirable, como ser humano y como creyente.
Lo siguiente en la vida de testimonio de Mandela fue esa famosa
alocución donde sus seguidores esperaban quizás palabras soeces, de burla, de
escarnio, de odio; pero encontraron todo lo contrario, encontraron a ese hombre
aferrado a un Cristo vivo que comprendió desde su tiempo en prisión que amar,
perdonar y reconciliar a su nación era el camino, no porque fueran principios
de su partido, no porque fueran consideraciones para hacerse famoso, sino por
comprender que era la única salida, la única alternativa, el único camino, la
paz posible.
Nosotros, frente a un inminente ataque intervencionista del
imperio Estadounidense necesitamos mucho por aprender, desde todo punto de vista;
tenemos unos voceros oficiales con un
lenguaje cargado de odio, despectivo, burlón. Yo sé que el venezolano es alegre
en exceso y a todo le saca una burla, pero en este delicado momento en el que
nos encontramos llamar “escuálido” a un opositor no nos ayuda en el discurso de
reconciliación y paz posible, de verdad, no nos ayuda; como tampoco ayuda
intentar ver a la iglesia de Cristo o
los evangélicos como adversarios políticos.
Lo siguiente y más triste que lo primero, es tener una
iglesia de Cristo, dividida, confundida, desviada, siguiendo a hombres
(pastores famosos y no famosos) y no a
Cristo, siguiendo intereses económicos y no a Cristo, hablando de “justicia” y
no de Misericordia, esto tampoco nos ayuda a terminar con el odio, el egoísmo,
la mezquindad y la maldad que debemos echar fuera para siempre de nuestros
corazones.
Bien está escrito en Romanos
13:1 “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay
autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas”,
también vemos lo descrito en 1 Timoteo
2:1,2 “En primer lugar, recomiendo orar por todo el mundo, dando gracias a Dios
por todos y pidiéndole que les muestre su bondad y los ayude.” “Recomiendo que
se ore por los gobernantes y por todas las autoridades, para que podamos vivir
en paz y tranquilos, obedeciendo a Dios y llevándonos bien con los demás.”
Acá podemos ver como se nos llama a interceder en oración por
las autoridades y gobernantes, he aquí la
verdadera garantía de la paz, ¿quiere decir esto entonces que Dios es de
izquierda o derecha?, No, lo que esto quiere decir es que el testimonio de la
cruz nos sirve para entender del perdón, del amor, y de las formas de obrar de
Dios, puede surgir en usted si no es creyente una pregunta poderosa entonces ¿Qué
gano con la oración?, el creyente sabe que en oración se puede todo, y cuando
hablo de todo hablo de vencer toda obra del enemigo, por ejemplo, el odio, lo más
importante y asombroso que a Dios le gusta hacer a través de la oración es
cambiar el corazón de los hombres.
Cambiarlos ¿Para qué?, ¿Con que fin?, pues bien de acuerdo a
lo descrito en Ezequiel 11:19 “ Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo
pondré dentro de ellos; y quitare el corazón de piedra de en medio de su carne,
y les daré un corazón de carne”, necesitamos ese cambio de corazón para
sentir amor verdadero y poder perdonar, porque es ese corazón de piedra el que
no permite ver al diferente como tu hermano y odiarlo, es en ese mismo corazón de
piedra donde se anidan el egoísmo, la venganza, los malos deseos, es allí; con uno nuevo entenderemos la
verdadera misericordia, esa con la que
el padre nos ve y nos trata a diario, entonces podremos hablar sinceramente de reconciliación,
de una verdadera donde en primer lugar depongamos los odios, los egos, las
rencillas y nos dediquemos a construir la paz posible, y evitar la guerra
inminente.
Para esto el papel de una iglesia cohesionada y bien
dirigida es fundamental, de otra forma ¿Cómo podríamos hablar de amor y aceptación
si nos dividen denominaciones, velos, faldas, pantalones y demás cosas sin
sentido?, volvamos a Cristo, al que ama, al que perdona, al que ve nuestros
corazones, al que nos dejó la hermosa tarea de anunciar las buenas noticias del
evangelio, al que nos amó verdaderamente y por nosotros entrego su vida para la
redención de nuestros pecados:
En los ejemplos internacionales citados hay una
constante, una circunstancia adversa y un Dios glorificándose en medio de ella,
no desamparemos la más hermosa herramienta que se nos fue otorgada al ser
recibidos bajo la sombra del omnipotente, oremos, con amor, con fervor, con
entendimiento, por el caído, por el pecador, por quienes nos persiguen, oremos
para que se manifieste el amor posible de Cristo en nuestra nación, por el
avivamiento, por la paz, oremos creyendo que es posible.
Dios les bendiga.
Fíjate en quienes son íntegros y justos: Hay un final venturoso para la
gente pacífica.
Salmo 37:37
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