miércoles, 30 de enero de 2019

La construcción de la Paz



“Bienaventurados los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios”
Mateo 5:9

En El salvador producto de una guerra civil en los ochenta, dentro del contexto de la guerra fría, nació la organización delictiva más grande conocida por centro América, La Mara Salvatrucha; gestada en las calles de Los Ángeles  (EEUU) para “defender” a los inmigrantes Salvadoreños de los maltratos y discriminaciones de otros inmigrantes; Mexicanos, Argentinos, Afroamericanos y los propios Estadounidenses;  Es así como se unieron Salvadoreños, Hondureños y Guatemaltecos para la conformación de la pandilla.

 Al ser capturados y deportados  llega la presencia de la pandilla a los países de origen de cada integrante, diseminándose y captando más niños y jóvenes entre 12 y 21 años para los fines delictivos de la misma, llegando a convertirse en un fenómeno que se estaba tragando lo poco que quedaba de juventud en los países ya mencionados, y de pronto, un cambio, según lo conocido de la Mara solo podías salir muerto; Pero el testimonio del ex pandillero William Arias (ahora Pastor) en Cristo encontró la salida a su vida de violencia, así mismo comenzó su trabajo por el rescate de las almas de sus ex compañeros de pandilla, y es que, en el código de esta sangrienta pandilla quien se iba a una nueva vida era posible solo si era en Cristo, de esta forma el evangelio detuvo el crecimiento y arrase inminente de una sociedad en decadencia, golpeada por la guerra y la maldad del hombre.

Algunos estudios señalan que 1200 pandilleros en las cárceles de El Salvador, un 58 por ciento dijo que la Iglesia era “la organización más adecuada para dirigir programas de rehabilitación”. Certificando esto el testimonio fiel de la palabra de Dios que insta a buscar al perdido, a levantar al caído y liberar al cautivo en el nombre de Jesús.

Menciono este ejemplo, aunque nuestra sociedad no está bajo estas condiciones, porque es importante, sobre todo para los no creyentes tener evidencias “reales” de lo que la fe puede lograr, dicho esto, me permitiré citar un ejemplo más, uno que en particular me gusta mucho citar siempre, Mandela.

Me es difícil intentar pensar que luego de estar bajo prisión por un crimen inexistente, por defender los derechos civiles de sus iguales, alguien pudiera estar pensando en la paz, en el perdón y en el amor de Cristo; en una de sus biografías Mandela señala como fue ganando el respeto de sus carceleros mientras les predicaba el evangelio, imagine, estar en un lugar donde sabe que no debe estar, pagando por algo que no es un delito y vencer la maldad con la palabra de Dios como herramienta, es para mí simplemente admirable, como ser humano y como creyente.

Lo siguiente en la vida de testimonio de Mandela fue esa famosa alocución donde sus seguidores esperaban quizás palabras soeces, de burla, de escarnio, de odio; pero encontraron todo lo contrario, encontraron a ese hombre aferrado a un Cristo vivo que comprendió desde su tiempo en prisión que amar, perdonar y reconciliar a su nación era el camino, no porque fueran principios de su partido, no porque fueran consideraciones para hacerse famoso, sino por comprender que era la única salida, la única alternativa, el único camino, la paz posible.

Nosotros, frente a un inminente ataque intervencionista del imperio Estadounidense necesitamos mucho por aprender, desde todo punto de vista;  tenemos unos voceros oficiales con un lenguaje cargado de odio, despectivo, burlón. Yo sé que el venezolano es alegre en exceso y a todo le saca una burla, pero en este delicado momento en el que nos encontramos llamar “escuálido” a un opositor no nos ayuda en el discurso de reconciliación y paz posible, de verdad, no nos ayuda; como tampoco ayuda intentar  ver a la iglesia de Cristo o los evangélicos como adversarios políticos.

Lo siguiente y más triste que lo primero, es tener una iglesia de Cristo, dividida, confundida, desviada, siguiendo a hombres (pastores famosos y no famosos)  y no a Cristo, siguiendo intereses económicos y no a Cristo, hablando de “justicia” y no de Misericordia, esto tampoco nos ayuda a terminar con el odio, el egoísmo, la mezquindad y la maldad que debemos echar fuera para siempre de nuestros corazones.

Bien está escrito en Romanos 13:1 “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas”, también vemos lo descrito en 1 Timoteo 2:1,2 “En primer lugar, recomiendo orar por todo el mundo, dando gracias a Dios por todos y pidiéndole que les muestre su bondad y los ayude.” “Recomiendo que se ore por los gobernantes y por todas las autoridades, para que podamos vivir en paz y tranquilos, obedeciendo a Dios y llevándonos bien con los demás.”

Acá podemos ver como se nos llama a interceder en oración por las autoridades y  gobernantes, he aquí la verdadera garantía de la paz, ¿quiere decir esto entonces que Dios es de izquierda o derecha?, No, lo que esto quiere decir es que el testimonio de la cruz nos sirve para entender del perdón, del amor, y de las formas de obrar de Dios, puede surgir en usted si no es creyente una pregunta poderosa entonces ¿Qué gano con la oración?, el creyente sabe que en oración se puede todo, y cuando hablo de todo hablo de vencer toda obra del enemigo, por ejemplo, el odio, lo más importante y asombroso que a Dios le gusta hacer a través de la oración es cambiar el corazón de los hombres.


Cambiarlos ¿Para qué?, ¿Con que fin?, pues bien de acuerdo a lo descrito en  Ezequiel 11:19  “ Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitare el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne”, necesitamos ese cambio de corazón para sentir amor verdadero y poder perdonar, porque es ese corazón de piedra el que no permite ver al diferente como tu hermano y odiarlo, es en ese mismo corazón de piedra donde se anidan el egoísmo, la venganza, los malos deseos,  es allí; con uno nuevo entenderemos la verdadera  misericordia, esa con la que el padre nos ve y nos trata a diario, entonces podremos hablar sinceramente de reconciliación, de una verdadera donde en primer lugar depongamos los odios, los egos, las rencillas y nos dediquemos a construir la paz posible, y evitar la guerra inminente.

Para esto el papel de una iglesia cohesionada y bien dirigida es fundamental, de otra forma ¿Cómo podríamos hablar de amor y aceptación si nos dividen denominaciones, velos, faldas, pantalones y demás cosas sin sentido?, volvamos a Cristo, al que ama, al que perdona, al que ve nuestros corazones, al que nos dejó la hermosa tarea de anunciar las buenas noticias del evangelio, al que nos amó verdaderamente y por nosotros entrego su vida para la redención de nuestros pecados:

 En los ejemplos internacionales citados hay una constante, una circunstancia adversa y un Dios glorificándose en medio de ella, no desamparemos la más hermosa herramienta que se nos fue otorgada al ser recibidos bajo la sombra del omnipotente, oremos, con amor, con fervor, con entendimiento, por el caído, por el pecador, por quienes nos persiguen, oremos para que se manifieste el amor posible de Cristo en nuestra nación, por el avivamiento, por la paz, oremos creyendo que es posible.

Dios les bendiga.

Fíjate en quienes son íntegros y justos: Hay un final venturoso para la gente pacífica.
Salmo 37:37

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